El Día Mundial del Glaucoma se celebra cada año con el objetivo de concienciar sobre esta enfermedad silenciosa que afecta a millones de personas en el mundo. Se estima que más de 80 millones de personas la padecen y, lo más alarmante, muchas de ellas no saben que tienen la enfermedad hasta que el daño es irreversible.
El glaucoma es una de las principales causas de ceguera irreversible a nivel global, por lo que la prevención y el diagnóstico temprano juegan un papel clave en su tratamiento. En este artículo, te explicamos qué es, cómo se puede prevenir y qué opciones existen para tratarlo.
El glaucoma es una enfermedad ocular crónica que daña progresivamente el nervio óptico, generalmente debido a un aumento de la presión intraocular. Esta afección suele desarrollarse de manera silenciosa, sin síntomas evidentes en sus primeras etapas, lo que la convierte en un enemigo peligroso para la salud visual.
A medida que avanza, el campo de visión se va reduciendo, afectando la percepción de los objetos en los laterales. Sin un tratamiento oportuno, puede evolucionar hasta causar pérdida total de la visión.
Aunque no siempre se puede evitar, hay diversas estrategias que ayudan a reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Aquí te presentamos X aspectos clave que debes tener en cuenta:
En la actualidad, no existe una cura definitiva para el glaucoma, pero sí existen tratamientos efectivos para frenar su avance y preservar la visión. Entre las opciones disponibles se encuentran:
El éxito del tratamiento depende de un diagnóstico temprano y del seguimiento adecuado por parte de un oftalmólogo.
El glaucoma puede ser detectado en sus primeras fases si se realizan exámenes oculares periódicos. La detección temprana es clave para evitar la progresión de la enfermedad y la pérdida de visión irreversible.
Se estima que más del 50% de las personas que padecen esta enfermedad, no han acudido a una revisión oftalmológica en los últimos cinco años, lo que aumenta drásticamente el riesgo de diagnóstico tardío y pérdida de visión irreversible. La falta de chequeos periódicos impide la detección temprana de la enfermedad, lo que puede resultar en tratamientos menos efectivos y una progresión acelerada del daño ocular. No esperes a notar síntomas para actuar: la prevención es tu mejor herramienta contra la ceguera.
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